El duelo de sí mismo
No siempre debemos enfrentarnos a lidiar solamente con la pérdida de alguien que se ha ido de nuestra vida. A menudo llega el punto en que con la ausencia de esa persona se fue también una parte de nuestro ser: memorias, proyectos juntos, vivencias que son difíciles de olvidar. Quedamos en un quiebre de nuestro yo o nuestra estructura como persona. Como si nuestro ser se hubiera fragmentado. Entonces nos damos cuenta que también debemos elaborar el duelo de nosotros mismos.
Más difícil es aún cuando establecemos una relación de dependencia con quien se marchó. A esa persona le habíamos entregado toda nuestra existencia y nos anulamos completamente.
Habíamos vivido solo para satisfacer y tratar de retener al otro y al final terminamos en esa pérdida de sí mismos. Hicimos de lado nuestra vida social, sueños propio, actividades , etc; entonces cuando ese alguien se va, quedamos en ese vacío sin saber quienes somos ya y que queremos en nuestra vida. Es ahí cuando viene el peor de los duelos: EL DE SI MISMO.
Esto no solamente se da cuando alguien nos abandona. En tantas ocasiones es debido a que nos perdemos a nosotros mismos porque renunciamos a sentir y vivir aquello que deseamos por estar cumpliendo unos estándares o estructuras de la sociedad. Por quedar bien ante los demás y ser aceptados, hacemos sólo lo que dicen que sería bueno o correcto para ti. Vives por la opinión de los demás y para evitar el rechazo terminas viviendo por lo externo y nunca mirando a tu interior para saber quien eres tú y que deseas. Incluso te bloqueas tanto que no logras ser feliz por terminar desconectándote del aquí y el ahora. No vives el presente; solo el pasado, el hubiera y incluso un futuro que al final no existe aún.
Tu existes sólo en tu interior, en tu esencia, tus deseos. Sintiendo y conectándote con el presente.
Tu mejor relación en la que puedes tener contigo mismo. Nunca debemos anularnos y dejar de tener una vida propia por miedo a estar solos.